CAMISETAS

Las selecciones nacionales no exhiben publicidad pero sí llevan distintas historias detrás. Entra a la tierra de las playeras exóticas y sorprendentes, un mundo que de verdad parece mentira.
Los parias
No todas las federaciones firman contratos millonarios para que las vistan Adidas, Puma o Nike. Las selecciones de los países más modestos no sólo no consiguen que les paguen por usarlas: ni siquiera se las dan, deben comprarlas. Así fue que en las Eliminatorias camino al Mundial 2002 la Selección de Vanuatu llegó a Australia y, antes de ir al estadio, pasó por un centro comercial y compró 16 rojas. Pero, como tenían estampada una publicidad, la taparon con cinta adhesiva.Aruba fue más previsora y para enfrentar a Puerto Rico encargó por Internet sus camisetas amarillas a un fabricante colombiano, que se las envió por correo. En otros casos, un jugador emblemático se encarga de conseguirlas.Liberia no tenía indumentaria y George Weah las obtuvo a cambio de una publicidad. Y el goleador Alí Daei fue más práctico y creó su propia marca: durante años, Irán jugó con camisetas Daei.
Otros países, que ni siquiera tienen estrellas, viven de la caridad: la Asociación Inglesa donó sus remanentes de camisetas para vestir a las Selecciones de Lesotho y Malawi, en África. Una banderita cosida tapaba el escudo inglés.
Experimentos
A veces las marcas experimentan nuevos modelos y utilizan a una selección para testear el mercado. Así fue que, en la Copa de Africa 2000, Camerún apareció con una novedosa camiseta sin mangas. Fue un éxito que vendió 400.000 prendas en todo el planeta, pero la FIFA sostuvo que no respondía al reglamento y para el Mundial 2002 debieron agregar unas mangas negras a último momento. La polémica alentó más a Puma y dos años después presentó su “pieza única”, que integraba en una sola prenda a camiseta y pantalón. Pero la FIFA contraatacó: le prohibió utilizarla y le quitó 6 puntos en la Eliminatoria camino a Alemania 2006. Finalmente le reintegraron los puntos, pero no pudieron alcanzar a Costa de Marfil.
Cambios políticos
El desmembramiento de la Unión Soviética hizo desaparecer la vieja camiseta roja con la sigla CCCP y dio lugar a 15 nuevas selecciones, cada una con los colores que históricamente fueron reprimidos por los jerarcas del Kremlin. Lo mismo pasó con la ex Yugoslavia: cada una de las nuevas naciones surgidas quería diferenciarse de la casaca azul, más propia de los serbios que dominaron siempre la federación. Renegar del color del adversario es una constante de los gobiernos autoritarios.Al tomar el poder español, Francisco Franco obligó a la selección a cambiar el rojo tradicional por el azul, ya que la camiseta le recordaba al comunismo.
En Africa las revoluciones también cambiaron los colores del fútbol: pasó con Zaire, que dejó el verde cuando pasó a llamarse República Democrática del Congo y se vistió de azul y amarillo; y también con Ruanda, que tras la Constitución de 2003 dejó las rayas rojas y amarillas por una camiseta azul, más acorde a la nueva bandera. Ese mismo año, Georgia vivió la Revolución Rosa, que terminó cambiando la camiseta nacional morada por una… blanca. El rosa no parecía muy viril.
Modelos exclusivos
A veces, pocas, los diseñadores se inspiran en la cultura de un país, en sus ancenstros. Ocurrió en 1998, cuando México concurrió al mundial de Francia con una hermosa camiseta con el calendario azteca, o cuando Croacia se animó a vestir su tradicional damero rojo y blanco.Al principio de esta década, Canadá vistió una camiseta con una enorme hoja de arce, el emblema nacional, y en Francia ’98 el arquero de Jamaica tenía una camiseta ornamentada con una gran hoja de marihuana, también un símbolo nacional.Pero el máximo de la exclusividad lo aportó el mes pasado la selección de Kuwait: para homenajear al recientemente fallecido emir Sheik Jaber al Ahmad al Sabah: estampó su imagen en el pecho para enfrentar a Jordania. Ni los iraquíes, cuando los hijos del depuesto dictador Saddam Hussein comandaban la federación, se habían animado a tanto.
¿Selección o club?
En el Mundial Suecia ’58 Alemania y Argentina debutaban en Malmö, pero algo salió mal: la TV ya había llegado y los uniformes eran prácticamente iguales. Tras algunas demoras, la solución la aportó el IFK de esa ciudad, que le prestó sus camisetas amarillas a los argentinos, que perdieron 3-1.Algo similar le pasó a Francia en 1978. Para enfrentar a Hungría cambió su casaca azul porque en TV blanco y negro podía confundirse con la roja de su rival. Pero los húngaros pensaron lo mismo y los dos aparecieron de blanco. El problema era que no habían llevado el otro equipamiento y los galos jugaron con la extraña camiseta verde y blanca de Kimberley, club de la ciudad de Mar del Plata que se les acercó desde su vestuario.Otro que se mimetizó de club fue Costa Rica, pero no por accidente. Para enfrentar a Brasil en Italia ’90, los Ticos dirigidos por Bora Milutinovic buscaron congraciarse con el público de Turín vistiendo una playera igual a la de Juventus rayada blanca y negra.
Sin bandera
Las camisetas suelen repetir los colores de las banderas nacionales, pero no todas. Hay notables exepciones. El azzurro italiano responde al color de la Casa de Savoia que gobernaba el país a principios del siglo XX, cuando se conformó el primer seleccionado, gobernaba al país. Algo similar al caso holandés: la Casa de Oranje se identifica con el color naranja.El celeste uruguayo nació en 1910, cuando el River Plate de Montevideo debía enfrentar al gran Alumni argentino, ambos con casacas rayadas blancas y rojas. Para solucionar el inconveniente usaron unas celestes. Los uruguayos vencieron con ese color y la selección lo adoptó para dejar atrás los bastones azules y blancos que se confundían con la vestimenta argentina.Chipre, con su bandera blanca y amarilla, luce una camiseta azul porque su pueblo sigue identificado con Grecia, la nación de la que heredaron su cultura.Venezuela con su tradicional casaca vinotinto, Japón que viste de azul, Australia de amarillo y verde, Nueva Zelanda de blanco (los llaman los All Whites), la India de celeste y Alemania de blanco, siguen la curiosa línea de diferenciarse de sus banderas.